Liderar no es ordenar o mandar. Servir a los demás hace la diferencia en el líder.

Pertenencia

La variable principal que multiplica la productividad y forja la lealtad de los empleados hacia la empresa es únicamente la buena relación jefe-subordinado. No importa cuan vertical sea la jerarquía de la empresa, la cantidad de gerencias o directores, el elemento clave es la relación existente entre un empleado y su jefe directo. Si este mini-sistema de convivencia funciona en sintonía y armonía, las probabilidades de éxito se acrecientan.




Muchas compañías se rinden a la visión cortoplacista de productividad conseguida gracias al acoso constante del jefe/a, un espejismo tentador, pero no sostenible en el tiempo. Esa "capacidad de trabajar bajo presión" lleva implícita una fecha de vencimiento. Solo aquello en lo que creemos nos mantiene enfocados en el objetivo. Pueden porque creen que pueden, como decía Virgilio. El gran desafío de los líderes reside en su capacidad de adoctrinar a sus subordinados en los valores que creen.

A medida que avancemos en esta era de las nuevas tecnologías será crucial solidificar esta sociedad de jefe-subordinado. El boom del emprendedurismo y las empresas startups se ha encargado de dar alas a cada vez más aventureros empresariales. La vida útil de los empleados que es de al menos 25 años se ha reducido con estancias irrisorias en las empresas de nuestros días. Es evidente que para esta generación las prioridades han cambiado.

En definitiva, aquellos que lideran las empresas deben percatarse de lo vital que es la relación con sus empleados, interiorizarse de sus creencias y adaptarlos a los de la compañía. Liderar no solo significa ordenar sino también formar y servir.  Y es tarea de estas empresas, si quieren sobrevivir, saber las prioridades de su equipo. No debemos temer a preguntar, la verdad no admite cobardía.

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