Liderar no es ordenar o mandar. Servir a los demás hace la diferencia en el líder.

El Poder de Escuchar

El ser humano por naturaleza necesita comunicarse, y aprendemos desde pequeños a expresar nuestras emociones, necesidades y pensamientos. En la educación formal nos enseñan a leer y escribir, siendo estas herramientas que potencian nuestras capacidades de comunicación. Actualmente se encuentran múltiples ofertas de cursos sobre oratoria y  ontología del lenguaje. Pero… ¿cuándo nos enseñan a escuchar?



Una frase que recuerdo siempre cuando me enfrasco en un “debate” es el siguiente: “Nos han dado dos orejas, pero solo una boca, para que podamos escuchar más y hablar menos” (Zenon de Elea). Sería fantástico que en un proceso comunicativo ambos interlocutores intentaran al menos aplicar aquella frase. Sin embargo, sea por ego u orgullo o la presión del momento, nos dedicamos a hablar más y escuchar menos.

La escucha activa es una virtud poderosa que nos permite mejorar la calidad de comunicación que estamos teniendo y en consecuencia, los resultados de dicha comunicación. En todos los ámbitos comunicativos tanto familiar, comercial, educativo, sentimental, etc. la escucha activa puede contribuir a consolidar esa relación emisor-receptor.

La escucha activa es una manera de escuchar con atención lo que la otra persona nos dice con el propósito de intentar comprenderlo. La persona que utiliza la escucha activa entiende no solamente lo que el emisor dice sino también lo que siente.

Cuando escuchamos a nuestro interlocutor sin prestarle atención, pensamos lo que le vamos a decir nosotros en nuestra próxima intervención originando la sensación de no escuchar activamente. En este punto empiezan a surgir barreras en la comunicación como los prejuicios, escuchamos solo lo que nos interesa, o lo sentimientos que tenemos antes de empezar a escuchar (ansiedad, temor, agresividad), o una falsa atención por ejemplo  cuando establecemos contacto visual pero nuestro pensamiento se focaliza en otro lugar.

La escucha activa nos permite alcanzar los objetivos de la comunicación, podemos extraer datos e información relevante para nosotros, empatizamos con el interlocutor, evaluamos y valoramos mejor el mensaje, y por último ofrecemos una retroalimentación productiva y asertiva.

Escuchar es la virtud de los sabios, y el defecto de los necios. Empecemos a ganar el hábito de la escucha y con él, extraeremos lo mejor de cada persona  así como entregar lo mejor de nuestras respuestas.

Bibliografía:

No hay comentarios:

Publicar un comentario