La palabra 'conflicto' es tan pronunciada hoy en día también en el ámbito organizacional que
los responsables de liderar deben estar atentos a esta situación, y mantener la
cohesión del equipo de trabajo. Antes de analizar las raíces de este tema me es
oportuno aclarar los alcances de este vocablo con la siguiente frase: "Los
problemas y los conflictos no desaparecerán, seguirán siendo una parte inherente
a los intentos de mantener o cambiar cualquier cosa en este mundo".
Cuando hablamos
de conflicto nos referimos a una
disidencia entre opiniones, pareceres, puntos de vista, prioridades, formas, objetivos,
etc. que se dan con miras a la consecución de algo.
Estos conflictos
se pueden generar por diferentes motivos. Algunos podrán ser justificados en el sentido de que ciertos
temas de por sí generan controversias. Otros no, y es allí donde el conflicto se
agrava, ya que esa disidencia se da no por cuestiones objetivas sino por cuestiones
subjetivas. A veces podemos llegar a tener diferencias con los compañeros, jefes, proveedores,
subordinados simplemente por una falta de 'química' o entendimiento entre ambos
sujetos, y cuando uno se pone a pensar objetivamente no existe base para tal
conflicto.
La resolución
de conflictos requiere de un compromiso bastante alto de ambas partes, así como
un nivel de madurez y profesionalismo. La tarea es disociar la persona del
problema, y abocarse netamente a la solución del asunto y a encontrar
alternativas o vías que permitan desatar el nudo.
En la
actualidad se habla cada vez más del ambiente de trabajo, ya que las personas
tienden a ser más productivas en ambientes más agradables y menos rigurosos que
la tradicional empresa. El jefe en este punto juega un papel fundamental ya que es él quien regula el clima de un determinado
espacio de trabajo. En gran parte, el líder del grupo es quien establece la dirección
hacia un ambiente laboral serio o distendido.
Para resolver
un conflicto podemos tomar las siguientes acciones:
La
negociación: en este proceso ambas partes renuncian al algo, y no todos
obtienen lo que quieren. Aquí se busca el consenso. Obviamente, la paridad de
poder es necesaria para negociar.
La
colaboración: aquí se requiere una predisposición de ambas partes de favorecer
o acompañar al otro. Para ello se debe involucrar en el punto de vista o posición
del otro para entenderlo y tratar de adaptar ambos puntos de vista llegando a
un acuerdo.
La
competencia: un conflicto se resuelve por competencia cuando se toman
decisiones sin colaborar o negociar, sino en base a la mayor capacidad,
experiencia, status, etc. de una de las partes
en discordia. Es decir, aquel sujeto más competente es quien decide.
Sería ideal que el sujeto más competente previamente haya escuchado los
pareceres de los diferentes interlocutores.
Si tenemos
en cuenta estos aspectos, estaremos mejor preparados para lidiar con los
conflictos que se nos presentan todos los días.
No hay comentarios:
Publicar un comentario