Liderar no es ordenar o mandar. Servir a los demás hace la diferencia en el líder.

¿Cómo puedo ser un profesional más competitivo?


La educación que recibimos, el conocimiento que nos transmitieron, la destrezas que nos inculcaron son una parte importantísima de nuestro “ser” como profesionales. Sin embargo, todo ese cúmulo de conocimientos científicos y empíricos que fuimos adquiriendo (y olvidando algunas veces) es solo una parte de nuestra formación. Un profesional de éxito en su área de trabajo debe saber manejar algunas herramientas para construir su futuro desde hoy.

Estos son algunos lineamientos indispensables para crecer profesionalmente:

Para saber dónde dirigirte, primero debes saber dónde estás: Ser conscientes de lo que ocurre a nuestro alrededor es una habilidad que nos permite distinguir posibles oportunidades en primer lugar y estar más atentos para evitar los tropiezos en consecuencia. Debemos apreciar el panorama completo que nos permita observar desde la mejor perspectiva dónde estamos parados y qué caminos seguir en pos de nuestro objetivo. Desde nuestro lugar de trabajo debemos analizar las tareas diarias que estamos desarrollando y nuestra contribución al resultado final, apuntando desde allí a la consecución de nuestra meta, nuestro crecimiento.

Descubrir fortalezas: todas las personas tenemos habilidades y virtudes para realizar ciertas actividades mejor que los demás, o por lo menos, mejor que la mayoría.  Debemos descubrir cuáles son nuestras fortalezas como profesionales, aquellas habilidades que nos permitan distinguirnos y crecer en el ámbito en que nos desenvolvemos. Frecuentemente nuestras fortalezas están asociadas con nuestra pasión por hacer las cosas, con aquello que nos gusta hacer. Las cosas que se hacen con amor, definitivamente tienen un nivel de calidad superior.

Definir objetivos: cuando descubrimos nuestro propósito y donde realmente queremos ir, encontramos una satisfacción mayor en cada tarea individual que realizamos. No es una cuestión sencilla, pero cuanto más acertadas sean nuestras decisiones respecto a dónde queremos llegar, más llevadero será transitar el camino.

Diseñar estrategias: elaborar una hoja de ruta siempre nos facilita conseguir lo que nos proponemos. Un ítem importante es focalizarse en lo que realmente nos es más productivo. El mundo en el que vivimos muchas veces nos abruma con distracciones que nos desvían de nuestro propósito, y está en nosotros discernir sobre lo que más nos conviene Fijar actividades orientadas a la consecución de una meta, es el primer paso para conseguirlo.

Ejecutar las estrategias: este apartado podría parecer obvio, pero justamente es aquí donde la mayoría de las personas se estancan. Una cosa es decirlo y otra cosa es hacerlo. Cuesta ganar el habito, pero una vez adquirido, todas las tareas las realizamos sin mayor esfuerzo.

Perseverar: son pocas las ocasiones donde conseguimos lo que queremos en el primer intento, debemos estar suficientemente convencidos de nuestras metas para seguir insistiendo. Aquello que nos motiva debe ser nuestra energía  para levantarnos después de cada caída.

Celebrar los logros: muchas veces olvidamos celebrar y reconocer lo que logramos todos los días, cumplir con las tareas, ayudar a los compañeros, resolver un conflicto, superar un miedo, ganar un hábito, etc. con cosas pequeñas que nos deben impulsar a seguir.


Particularmente soy partidario de buscar mejorar primero, y después buscar la perfección. Un paso tras otro hacia adelante, es mucho más satisfactorio que buscar correr de repente y quedarse sin energía a poco de empezar. El trabajo duro diario, el compromiso y la responsabilidad redundarán en una formación profesional con todas las letras.

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