Decía
Descartes “Pienso luego existo” Pero…
Todos
los individuos tenemos necesidades, algunas son innatas (alimento, vestimenta, etc.)
y otras son adquiridas (autoestima, prestigio, poder). Esto significa, desde el
punto de vista empresarial, que tenemos dos oportunidades para generar negocio.
Podríamos fabricar ropa y ofrecerla al mercado, no es descabellado ya que la
vestimenta es una necesidad básica de las personas, o podríamos fabricar autos
de lujo, aunque no sea una necesidad básica es una necesidad adquirida y posiblemente
logremos ganar una participación de mercado.
Ahora bien, con una saturación de oferta en prácticamente
todas las categorías de producto, como hacemos para atraer clientes? Como hago
que las personas opten por mi marca y no de la competencia? Este es el gran desafío
de las empresas en la actualidad. En este punto tenemos dos opciones,
presentamos a los clientes todas las funcionalidades de mi producto, o
presentamos a los clientes a través de mi producto, todos los valores de mi
marca.
Anteriormente
las empresas se dedicaban exclusivamente a satisfacer las necesidades del mercado,
un marketing orientado al mercado se enfoca en las necesidades del comprador,
es decir, la compañía decide producir solo aquellos productos que la gente va a
comprar. También, algunas compañías se orientan hacia la producción, o sea,
produce algo y, posteriormente trata de identificar a quien vendérselo. Ambas
estrategias fueron validas en su momento, y permitieron el nacimiento de
empresas de talla mundial como Coca-Cola o McDonald’s que satisfacen
necesidades básicas de las personas (así empezaron). Sin embargo, hoy en día
observamos un cambio de estrategia en estas empresas. No solo satisfacen una
necesidad básica, sino que trasmiten emociones.
Si
buscamos diferenciarnos, posicionarnos y crecer, lo que debemos hacer como
marca es apuntar a las emociones de las personas. Por qué? Porque en el mercado
existen muchísimas otras opciones de productos con las mismas características y
atributos que los míos, los mismos usos, las mismas facilidades y
funcionalidades. Entonces que nos queda? Lo que debemos hacer es apuntar a las
emociones y los sentimientos de las personas, ofrecerles a través de mi
producto, todos los valores de mi marca, los sueños, los ideales. Explicarles el
porqué de mi producto y no el que.
Las
empresas sagaces definen su misión en base a los valores de la marca, y buscan
posicionar esa idea en la mente del consumidor, ganar su compromiso y fidelidad.
De esa manera estaremos ofreciendo al mercado no un producto solamente, sino
una filosofía, una forma de ver la vida, y aquellas personas que la compartan,
querrán formar parte de ella.
Por
estas razones, el consumidor tiene otro dicho: “Siento luego existo”
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