Liderar no es ordenar o mandar. Servir a los demás hace la diferencia en el líder.

Gestión de Competencias:


Las competencias laborales son actualmente muy valoradas y requeridas en el seno de cualquier organización, y son el resultado de la cada vez mayor complejidad y evolución del mercado, de los constantes cambios en cuanto a las tendencias comerciales a nivel global y local. Es responsabilidad de la empresa, si esta pretende sobrevivir y sobresalir con relación a sus competidores, generar condiciones para el aprendizaje interno. Y es responsabilidad del trabajador adoptar una actitud de aprendizaje, crecimiento y desarrollo personal, que redunda a la larga, en mejores resultados individuales y en consecuencia organizacionales. El aprendizaje es la base para alcanzar la competitividad y la innovación. Ambos, empresa y colaborador, deben ser conscientes de estos desafíos.

La gestión de competencias puede desglosarse en tres componentes:
Actitudes (querer): presentar una actitud de apertura es el primer paso hacia la adquisición de competencias laborales. Dicha actitud debe partir tanto de la empresa como del trabajador. La empresa debe demostrar su compromiso con el desarrollo profesional de su personal, proveyéndole de las herramientas y capacitación necesarias para la eficiente ejecución de sus tareas. Por su parte, el trabajador deberá esforzarse para mejorar la calidad de sus horas en oficina o campo, demostrando interés, predisposición y pasión hacia su trabajo.

Habilidades (poder): en este punto el rol de la empresa es vital, la misma debe descubrir las personas idóneas para cada puesto. Lastimosamente muchas veces la buena intención no basta para hacer una determinada tarea, y por más que lo intenten no lo pueden hacer. Se debe contar con ciertos atributos para hacer de esa tarea algo única, y es aquí donde se hace esencial la intervención del directivo, para delegar en el puesto correcto a la persona correcta.

Conocimientos (saber): una vez otorgadas todas las herramientas posibles para un excelente desempeño de su personal, la empresa tiene suficiente autoridad moral para reclamar a los mismos que demuestren sus capacidades de manera sistemática y que el mismo se refleje en los números de la compañía. Que descubran nuevos procesos, nuevas formas de solucionar los problemas, nuevos métodos, en definitiva, que adquieran el hábito de la innovación.

Una implantación exitosa de la gestión de competencias garantiza la consecución de mejores resultados para la compañía. Y no solo eso, genera un ambiente positivo de superación constante y de compromiso mutuo entre empresa y trabajador.





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